Torre de Can Puig

Historia

Los orígenes de la casa se vinculan a las propiedades del Monasterio del valle de San Daniel sin fecha precisa. La casa, una antigua masía de piedra de una sola planta, fue adquirida y ampliada la segunda mitad del siglo XIX por Josep Puig i Corominola, miembro de la burguesía catalana de Girona y Fundador de Hierros Puig, conocida empresa gerundense, para convertirse en la casa de veraneo que disfrutarán a través de las generaciones de la misma familia.

Se dice que la finca era conocida por acoger fiestas y ocio con la alta sociedad gerundense y catalana, donde habían asistido personajes reconocidos y amigos de la familia, como el artista Santiago Rusiñol.

Durante la guerra civil española, el año 36, se instala en la casa un teniente coronel, por lo que se mantiene intacta. Al terminar la guerra, la propiedad retorna a la familia Puig y sigue siendo casa de veraneo hasta los años 50. A partir de esta época, la familia paulatinamente deja de hacer uso propio y, hasta los años 80 , la casa mantiene una cierta actividad con una masovera.

La señora María, que cultivaba un huerto y criaba gallinas, proveía de verduras frescas, huevos y pollos a la familia Puig. Al morir, la finca, desocupada, inicia una época de abandono y deterioro progresivo. Finalmente, es 'okupada' por la asamblea de jóvenes de Girona que bautizan la finca con el nombre de 'La Ferralla', como un espacio, no sólo físico, donde desarrollar actividad artística, cultural, social y política de una forma libre y abierta, en oposición al sistema político y económico predominante.

En el año 2007 se procede al desalojo de la finca. Se limpia, vacía y tapia completamente la casa que permanecerá cerrada durante años hasta que la familia Puig decide vender la propiedad. En el año 2020 la adquiere una familia de Girona, residente en el mismo Valle de San Daniel, que enamorados del entorno, deciden rediseñar un nuevo futuro e iniciar una nueva vida para la Torre de Can Puig.

En 2020 Lara Pujol, interiorista de la ciudad, residente en el propio valle de Sant Daniel, junto con su familia adquieren la casa. Enamorados del entorno, deciden elaborar un bonito, singular y transformador proyecto que diseña un nuevo futuro y una nueva vida para la Torre de Can Puig.